| Descripción |
En el anverso del vaso, una mujer desnuda, cubierta la cabeza con casco y lanza en la mano, danza siguiendo el ritmo marcado por el sonido de la flauta doble que toca una auletris situada frente a ella. A los pies de la danzante, tumbado en el suelo, el escudo redondo. Los movimientos de su danza le hacen inclinar la cabeza hacia abajo, levantar y extender el brazo izquierdo, posiblemente blandir la lanza, y flexionar las rodillas, las dos piernas juntas, al unísono.
La danza armada, llamada también danza pírrica, se dice que fue inventada por Atenea para celebrar la victoria de los dioses sobre los Gigantes. Organizada y financiada por coregos de cada tribu, la danza pírrica era ejecutada en las fiestas Panateneas en honor de la divinidad poliada como celebración de aquella mítica victoria. Niños, adolescentes y hombres danzaban desnudos, solos o en grupos, cubiertos con el casco, a veces con grebas, sosteniendo el escudo en una mano, la lanza o la espada en la otra, imitando con sus movimientos los gestos de ataque y defensa de un guerrero. En las Grandes Panateneas las tres clases de edad competían por el premio, un buey y cien dracmas. Este agón, musical y atlético al mismo tiempo, subrayaba la importancia del entrenamiento gimnástico para la preparación militar.
Pero en nuestro caso no se trata de un efebo, sino de una mujer. Sabemos por la pintura de vasos ática que las muchachas también danzaban la pírrica en un contexto exclusivamente femenino, en honor de Ártemis, diosa protectora del tránsito al matrimonio y protectora de los partos, función esencial de la mujer y tan decisiva como la del guerrero en la continuidad y cohesión social. Sin embargo, la desnudez de nuestra figura, poco adecuada para representar a una muchacha virgen, nos sugiere más bien un contexto relacionado con las heteras, cortesanas profesionales que practican danzas y mimos apropiados para un banquete.
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